“Dreamer” espera una solución legislativa mientras sus padres con TPS se suman a la incertidumbre

dreamers3El "dreamer" José Manuel Sánchez, tercero a la derecha, de origen salvadoreño, espera una pronta decisión sobre su futuro como beneficiario de DACA mientras sus padres también viven la incertidumbre como receptores de TPS. Ambos programas fueron terminados por el presidente Trump y están a la espera de las decisiones del Congreso. En la gráfica aparece con el grupo de jóvenes de una iglesia católica de feligresía mayormente hispana a la que también asisten "soñadores". Foto Inmigración.com / Tomas Guevara

WASHINGTON, DC.- El joven salvadoreño José Manuel Sánchez quien llegó a la capital de Estados Unidos hace 14 años, se considera un actor fehaciente del proceso de integración, a tal punto que superó la prueba como primer estudiante que arribó a la escuela primaria Meridian Public Charter School en el Distrito de Columbia sin hablar inglés y egresar con notas sobresalientes para entrar al bachillerato.

Este inmigrante que es parte de los cerca de 800 mil jóvenes amparados con el Programa de Acción Diferida, DACA, reconoce que la incertidumbre es una carga pesada que se lleva a medida que se acerca el 5 de marzo, fecha de plazo que dio el presidente Trump al congreso para que legislara sobre la materia.

Con más de 14 años en Washington DC, José Manuel dice que superar metas ha sido parte de su vida desde su llegada a Estados Unidos cuando tenía 11 años. Sus padres decidieron traerlo desde el poblado de Santa Rosa de Lima, en el oriente de El Salvador, en uno de los miles de casos de reunificación familiar forzada.

Con más de 14 años en Washington DC, José Manuel Sánchez dice que superar metas ha sido parte de su vida desde su llegada a Estados Unidos cuando tenía 11 años. Invita a los “dreamers” como él a seguir en la lucha por una solución legislativa al DACA. Foto Inmigración.com / Tomas Guevara

“Mi papá decidió emigrar para poder costear los gastos de una operación que me hicieron cuando estaba pequeño, después vino mi mamá y con el paso del tiempo decidieron que lo mejor era traerme a mi también. No ha sido fácil, pero aquí estoy integrado, trabajando, haciendo lo que me gusta y participando con la comunidad y en la iglesia”, comenta José Manuel.

Cuando llegó el tiempo del bachillerato se graduó con honores en la Escuela Secundaria Bell Multicultural, de Washington DC, y poco después llegó la oportunidad de oro que como joven indocumentado obtuviera un permiso para trabajar y lo mejor un documento que le permitiera movilizarse por el territorio en su otra faceta, la música.

José Manuel cree que es el momento de seguir luchando con las herramientas que cada uno tenga a su mano.

“No es necesariamente solo decir: voy a ir protestar, sino en tu trabajo o en tu comunidad, hacer que tu talento y tus habilidades cuenten”, explica. “Sea que sea lo que hagas, que la gente diga: ese muchacho  está haciendo esto y vale la pena que le ayudemos… así que en cualquier lugar que vayamos tenemos que hacer eco con nuestra voz, pero también con nuestro trabajo”, agrega.

En su caso, su interés se incrementa cuando todo su núcleo familiar está sumergido en la incertidumbre: sus padres son beneficiarios del Estatus de Protección Temporal, TPS, que fue cancelado en enero pasado para cerca de 200 mil salvadoreños, y que ahora realizan su última re-inscripción que vencerá el 9 de septiembre de 2019.

José Manuel participó de la reunión de jóvenes con el cardenal salvadoreño Gregorio Rosa Chávez y el cardenal de Boston, Sean O Malley. Foto Inmigración.com / Tomas Guevara.

Sobre este punto expresa sentimientos encontrados, pues reconoce que para el movimiento de los “dreamers” hay un fuerte apoyo a nivel nacional, a tal grado de que la opinión pública generalizada en todo Estados Unidos está de acuerdo en que se logre una salida hacia la residencia permanente para los jóvenes, no así para los cerca de 340 mil centroamericanos amparados con el TPS.

“Soy el mayor de mis hermanos, tengo una hermana de 17 años y un hermano de 12 que son ciudadanos, pero ellos también tienen el temor al saber que nuestros padres y yo estamos en este momento muy difícil”, reconoce.

Para José Manuel Sánchez vivir en un barrio a escasas dos millas de la Casa Blanca, le genera un mayor compromiso de lucha, porque jóvenes de otras jurisdicciones del país quisieran estar cerca de la capital del país para poder manifestarse y demostrar la lucha de los soñadores.

En diciembre pasado, José Manuel fue parte de un grupo de jóvenes de la parroquia del Sagrado Corazón en Washington que se reunieron con el cardenal salvadoreño Gregorio Rosa Chávez, que visitó la ciudad en gira pastoral y con el cardenal Sean O’Malley, de Boston; como parte de los apoyos de la jerarquía de la iglesia a los feligreses y soñadores.