A pesar de todo el optimismo generado por el ascenso demócrata al control de la Cámara de Representantes, el nuevo año 2019 comienza con las viejas malas costumbres y la demagogia del presidente Donald Trump, quien provocó el cierre del gobierno federal por una crisis fronteriza fabricada por él mismo para complacer su ego y justificar el despilfarro de casi 6 mil millones de dólares en el muro (verja, barda, reja, barrera o portón) que le prometió a su prejuiciosa y cegada base.

La miseria que marcó la corta vida de la niña guatemalteca Jakelín Caal Maquín solo le importó a sus padres, sobre todo al papá que emprendió con su hija la triste ruta al Norte que casi siempre termina en tragedia. La muerte de Jakelín tras estar en custodia de la Patrulla Fronteriza le ha dado la vuelta al mundo, y aunque muchos lamentan el deceso es bueno preguntarse qué pasará más allá de las lamentaciones.

El desdén con el que el actual gobierno de Estados Unidos ha tratado a México y a los inmigrantes mexicanos, sin que del otro lado hubiese habido una respuesta a la altura de las circunstancias durante el anterior régimen —en todo caso sumisión confundida con “diplomacia”— marcó una nueva etapa en la de por sí difícil e histórica relación bilateral.