Mural con serpiente “sabia” de 70 metros une dos culturas en muro fronterizo

Mural con serpiente “sabia” de 70 metros une dos culturas en muro fronterizoFotografía cedida donde se aprecia un mural con una serpiente de más de 70 metros pintada en el muro fronterizo de Mexicali (México) como desafío al "rigor" del cemento y metal que quiere instalar el presidente estadounidense, Donald Trump. El mural lleva por nombre Maija Awi, que en la lengua nativa de los indígenas Pai-pai de la región de Baja California significa "serpiente de agua", y representa la sabiduría del reptil, que al ser atravesado por una flecha, dispersa el saber entre la humanidad. Foto EFE/Tolo_Koyohtik

CALEXICO, CA.- Un mural con una serpiente de más de 70 metros pintada en el lado mexicano del muro fronterizo desafía el “rigor” del cemento y metal que quiere instalar el presidente estadounidense, Donald Trump.

El mural lleva por nombre Maija Awi, que en la lengua nativa de los indígenas Pai-pai de la región de Baja California significa “serpiente de agua”, y representa la sabiduría del reptil, que al ser atravesado por una flecha, dispersa el saber entre la humanidad.

“Es una experiencia distinta a la de ver un pedazo de metal partiendo una calle, separando culturas, dividendo familias”, manifestó a EFE el creador de la obra, Eustolio Pardo, nacido en la frontera entre Mexicali (México) y Calexico (California) y radicado actualmente en México.

Para el artista plástico, el gran mural se contrapone al águila norteamericano y se inspira en un hipotético “faro para dejar de ver el (color) gris y apreciar el turquesa de la serpiente”.

Lejos de querer representar la triste problemática de la migración, Pardo buscó convertir “lo gris” en un “grito de libertad y color”.

Detalló que la serpiente cornuda pintada con spray y acrílico es un símbolo muy utilizado en las culturas originarias del noroeste de México y sudoeste estadounidense.

La elección de la serpiente se debe a que es un animal que ronda las cuevas diseminadas a lo largo del desierto de Sonora (Arizona), Utah, Nevada y Nuevo México, como petroglifo y pintura rupestre.

“La podemos encontrar vagando por ahí, en un sinnúmero de antiguas vasijas de cerámica que se pueden localizar en las ruinas chihuahuenses de Paquimé y Casas Grandes, y también del otro lado, en la cultura Hohokam, de Arizona, y demás grupos yumanos y aztecas”, enmarcó.

“El acto de pintar sobre este muro de una manera tan gozosa y ‘ritualista’ significa un grito por el derecho a ser otra cosa, el de vivir y dejar vivir”, remarcó.

El artista concluyó recientemente su obra con la colaboración de Thomas Gin, del Proyecto (de muralistas plásticos) Calle 13.

“Fue muy enriquecedor porque la comunidad nos apoyaba, hasta dos inmigrantes procedentes de Guanajuato (México), que llegaron con la intención de cruzar, se ayudaron a pintar el mural”, recordó Pardo.

“El estigma de haber nacido con otra sangre, de ser ‘pocho’, el no ser ni de aquí ni de allá, te convierte en lo que eres”, puntualiza el artista.

“La riqueza mayor está en la interpretación y los valores emocionales. Me gusta recurrir a las culturas antiguas porque veo mucho conocimiento en ellas”, aseveró.

“A pesar de todas las connotaciones negativas que tiene la emigración, se debe trabajar en algo enriquecedor. Si ya nos pusieron una barda fea, al menos que tenga algo positivo”, dice Pardo a manera de consuelo.