Reyna Gómez, de 49 años y afectada por una rara enfermedad parecida a la leucemia, que requiere atención especializada, acudió ante un juez de asuntos migratorios acompañada de un abogado y arropada por activistas y trabajadoras domésticas como ella, las cuales temían que fuera víctima de una “redada silenciosa”, lo que no ocurrió