Inmigración

Migrantes deben esperar; cruce fronterizo está lleno

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Un grupo de personas, en primer plano, apoya a migrantes que atravesaron México en caravana y llegaron a una playa de Tijuana, para realizar una manifestación, el domingo 29 de abril del 2018. Al fondo aparecen los migrantes al otro lado del cerco fronterizo, algunos de ellos encima de la barda. Foto AP/Chris Carlson

TIJUANA, MX.- Decenas de migrantes centroamericanos que llegaron a la frontera sur de Estados Unidos habían decidido entregarse a las autoridades y pedir asilo el domingo, en un desafío directo al gobierno del presidente Donald Trump.

Pero las autoridades de inmigración de Estados Unidos anunciaron que el cruce de San Diego ya estaba ocupado a su máxima capacidad.

Casi 200 migrantes, muchos de los cuales viajan con niños, habían decidido solicitar asilo en el cruce de San Diego debido a que huyen de sus países por miedo a la violencia, dijeron los organizadores de la caravana. El grupo de migrantes llamó la atención después que Trump y su gabinete lo describieron como una amenaza para Estados Unidos.

Pero poco antes de que la caravana llegara, la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos (CBP por sus siglas en inglés) dijo que el cruce de San Ysidro, en San Diego, no podía aceptar más solicitudes de asilo por el momento. Las instalaciones tienen capacidad para alojar temporalmente a 300 personas, y las autoridades habían estado advirtiendo que podría llenarse.

“Es este momento hemos colmado nuestra capacidad en el puerto de entrada de San Ysidro como para que los oficiales de la CBP puedan admitir más personas que viajan sin la documentación de entrada apropiada”, dijo el comisionado Kevin McAleenan en un comunicado. “Esos individuos quizá necesiten esperar en México debido a que los oficiales de la CBP trabajan para procesar a quienes ya están en nuestras instalaciones”.

Dijo que el puerto de entrada podría admitir más personas cuando haya recursos y espacio disponible.

A pesar del anuncio, medio centenar de personas cruzaron un puente y se acercaron al puerto de entrada, pero no han sido atendidos por funcionarios estadounidenses. Se les permitió esperar en los pasillos hasta que hubiera espacio disponible, y parecían dispuestos a aguardar toda la noche, de acuerdo con Irineo Mujica, de Pueblos Sin Fronteras, una organización que ayuda a los solicitantes de asilo.

Otras 50 personas se preparaban para acampar afuera de un portón en el lado mexicano del cruce fronterizo con la esperanza de hacer el trámite el lunes.

Nicole Ramos, una abogada que trabaja a nombre de los miembros de la caravana, expresó incredulidad acerca de que las autoridades estadounidenses no podían procesar a más solicitantes de asilo hasta desahogar sus pendientes.

“Han estado bien enterados de que iba a llegar una caravana a la frontera”, manifestó en conferencia de prensa. “El no haberse preparado y no disponer de suficientes agentes y recursos no es culpa de los más vulnerables entre nosotros. Podemos construir una base en Irak en menos de una semana. No podemos procesar a 200 refugiados. No lo creo”.

Los migrantes hicieron la travesía a pie, sobre trenes de carga y en autobús durante el último mes. Y muchos de ellos dijeron que temían por sus vidas en sus países de origen.

El gobierno de Trump ha estado siguiendo los pasos de la caravana desde que partió el 25 de marzo cerca de la frontera entre México y Guatemala. El secretario de Justicia Jeff Sessions ha dicho que la caravana es un “intento deliberado de socavar nuestras leyes y sobrecargar nuestro sistema”.

Funcionarios del gobierno de Trump han criticado lo que llaman políticas de “detener y liberar”, que permiten que un inmigrante detenido solicite asilo y sea dejado en libertad dentro de Estados Unidos mientras se procesa su caso, un trámite que puede durar hasta un año.

Wendi Yaneri García dijo que confiaba en que sería dejada en libertad mientras se procesa su caso debido a que viaja con su hijo de 2 años, quien ha estado enfermo.

“Quiero un lugar donde pueda trabajar y pueda tener a mi hijo”, dijo la mujer de 36 años originaria de Honduras.

Afirmó que la policía de la ciudad de Atlántida la encarceló por protestar contra la construcción de una planta hidroeléctrica y que recibió amenazas de muerte tras ser excarcelada.

Nefi Hernández, de 24 años, dijo que una pandilla de su ciudad natal, San Pedro Sula, en Honduras, lo amenazó de muerte a él y a su familia si es que no vendía drogas. Dijo que pediría asilo junto con su esposa y su hija, quien nació durante la travesía por México.

El futuro de estos migrantes es incierto si piden asilo. Abogados estadounidenses de inmigración les advirtieron que podrían ser separados de sus hijos o que podrían estar detenidos durante meses.

La secretaria de Seguridad Nacional Kirstjen Nielsen dijo que las solicitudes de asilo serían procesadas “de manera eficiente y expedita”, pero advirtió que se podrían presentar cargos contra aquellos solicitantes de asilo que hagan declaraciones falsas a las autoridades, así como contra las personas que ayuden u orienten a los inmigrantes a hacer declaraciones falsas.

Funcionarios del gobierno de Trump y sus aliados sostienen que el fraude de asilo está creciendo y que muchos solicitantes son orientados sobre cómo obtener asilo.

Los solicitantes de asilo generalmente son detenidos durante tres días en la frontera y luego son entregados al Servicio de Control de Inmigración y Aduanas. Si pasan una evaluación inicial con un funcionario de inmigración, los solicitantes pueden quedar detenidos o salir en libertad en Estados Unidos, pero con un monitor de ubicación en el tobillo.

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